sábado, 22 de junio de 2013

"¡¡¡Viva el Sueño Bolivariano De La Patria Grande!!!" CANCIÓN De FRANCISCO ALVERO, EL JUGLAR



"¡¡¡Viva el Sueño Bolivariano 
De La Patria Grande!!!"

 CANCIÓN 

De FRANCISCO ALVERO,
 EL JUGLAR


Tenemos un mismo sueño grande
que ahora es fuego en la acción
pueblos uniendo luchas
por paz, tierra y justicia de corazón
Millones de latidos cobrizos
tambores rojos al unísono
escriben la nueva historia
con sangre de liberación
Se alza el volcán Abyayala
 NuestraAmérica madura 
Lenta y dolorosamente
Despues de cinco siglos con holgura
cabalga en el horizonte
La dignidad de los pueblos
Con la espada de Bolivar
la lanza de Tupac Amaru!
Algarrobos crecen y se fortalecen
Sus brazos tocan el cielo
profundizándose sus raíces
Su inmensa sabia de liberación
Viva el sueño Bolivariano
Viva la paz y la revolución!!!
Viva el pueblo, eterno luchador
y de sus entrañas sus lideres del sol

Estamos pariendo la nueva era,
 Un pachacuty en flor
hagamos que germine del todo
Poniéndonos en acción

Cada uno desde su lugar
avanzando un paso y otro más!
que no se detenga nunca el andar
de la senda popular


  6 de marzo de 2013


Hugo Chávez y el sueño bolivariano

Estamos comenzando a mirar lo que el padre libertador
imaginaba: una gran región donde debe reinar la justicia, 
la igualdad y la libertad.
Marzo 2006, durante la inaguración de la central
hidroeléctrica Caruachi, Edo. Bolívar, Venezuela.


La muerte del presidente electo de Venezuela, Hugo Chávez, obliga a una reflexión sobre la historia de Latinoamérica a partir del legado de Simón Bolívar pero también de la revolución cubana y de las luchas por la autodeterminación de los pueblos. La relación ideológica que parte de los procesos de independencia a sur del río Bravo, pasa por la gesta de Martí y luego la de Fidel Castro para desembocar en pleno siglo XXI en la revolución bolivariana. Los esfuerzos de los países de la región por conformar una alianza que les permita navegar con cierta gracia por las embravecidas aguas de la coyuntura internacional forman parte del sueño bolivariano.

Si bien las distancias entre el siglo XIX y el actual son enormes, en ambas épocas se planteó claramente la idea de que los países latinoamericanos estrecharan relaciones para evitar así el dominio de los imperios, hoy convertidos en voraces corporaciones internacionales. En la mente de Bolívar no estaba solamente la viabilidad económica sino también la cultural, base de la riqueza y particularidad de la región. Hoy, a casi dos siglos de la gesta del libertador, las cosas no han cambiado mucho, más bien han empeorado, por lo que su proyecto cobra una dimensión mayor.

A la muerte de Bolívar, la antorcha del latinoamericanismo fue sostenido por José Martí, ese gigante que en su infinito amor por Nuestra América, como llamaba a nuestros países, logró mantener viva la llama; su trágica muerte dejó la simiente de la revolución cubana. La enorme influencia de este proceso en toda la región articuló la resistencia a las ambiciones yanquis de dominación y, contra todo pronóstico, se mantuvo vigente. Cuba estuvo presente en los últimos cincuenta años y su pueblo ofreció una lección de valor y autonomía que fructificó allende las fronteras de Latinoamérica. Su crítica al imperialismo y su modelo socioeconómico es y debe ser criticado, pero sus logros no pueden medirse sólo por su éxito o fracaso en términos de desarrollo económico. Su gran aportación al sueño bolivariano fue haberlo mantenido vivo, vigente, siendo solidario con todos los movimientos populares que se fundaron en la certeza de que la libertad no puede vivir sin la igualdad; que los destinos de un pueblo no pueden ser diseñados en una oficina de algún país del primer mundo.

La prueba de lo anterior fue precisamente la revolución bolivariana en Venezuela, que inspirada en tales ideales, ofreció al mundo la prueba de que el modelo cubano seguía dando frutos. Pero además, el aporte venezolano a este proceso fue enorme pues logró llegar al poder por la urnas y no por la guerrilla foquista; manteniendo relaciones comerciales con EEUU y con el mundo, evitando así el infame bloqueo que no pudo poner de rodilla al pueblo cubano. Y si bien en un principio intentó un golpe de estado, el fracaso demostró y exigió otra forma de llegar al poder, más acorde con los tiempos.

El socialismo venezolano fue entonces un avance en la resistencia al imperialismo pues anuló la posibilidad de una invasión yanqui con el pretexto de salvaguardar la democracia. El pueblo venezolano dio una gran lección de madurez política al mundo, manteniendo las formas y al mismo tiempo, abriendo la puerta a un proceso social que aun no termina. En medio de todo eso, la figura de Hugo Chávez se levanta y se impone. Sin negar que los procesos históricos son producto de todos, el liderazgo, la voluntad y la confianza de Chávez en el sueño de Bolívar lo pone  la altura de sus antecesores en la búsqueda de un mundo más justo.

Proveniente del pueblo llano, Chávez nunca renegó de su origen; lo utilizó para enfrentar una y otra vez los ataques y descalificaciones de la burguesía local y sus patrones. Y si bien podemos compartir o no su estilo y sus desplantes, su alegría y su empuje, los resultados están a la vista de todos: Venezuela es hoy un país más justo y su pueblo goza de un nivel de vida que muchos pensaron imposible. Pero además ha mantenido viva la llama del viejo proyecto del libertador de América. Les ha dado a los pueblos de Latinoamérica la esperanza en el futuro y al sueño bolivariano lo ha actualizado y vuelto realidad en nuestros días. Por eso exclamo sin rubor: ¡Hasta siempre comandante Hugo Chávez!


22 DE JUNIO DE 1826: APERTURA DEL CONGRESO BOLIVARIANO DE PANAMÁ.

Simón Bolívar y José de San Martín
Hugo Chávez y Cristina F. de Kirchner

El proyecto latinoamericano de Bolívar, impulsado desde 1822, se concretó a medias en el Congreso de Panamá (1826); pues soló alcanzó a congregar a los representantes de la Gran Colombia, México y Centroamérica. El delegado de Estados Unidos no alcanzó a llegar, había sido invitado por Santander -en contra de la opinión de Bolívar, quien manifestaba en carta del 27 de octubre de 1825, fechada en Potosí: "Me alegró también mucho que los Estados Unidos no entren en la federación"-.

Se vuelve a revitalizar la idea bolivariana del Congreso Anfictiónico de Panamá

El Libertador aspiraba a que el Congreso de Panamá diera nacimiento a una de las Ligas anfictiónicas más importantes del mundo, estableciendo "la reforma social", bajo los auspicios de la libertad, y terminando con la "diferencia de origen y de colores". Bolívar quería también que el Congreso se pronunciase a favor del reconocimiento de Haití y Santo Domingo y que se tomaran medidas drásticas contra la corona española y contra toda intervención extranjera. Veía problemas para la incorporación de Haití y Buenos Aires por sus luchas intestinas, por lo que se pronunciaba a favor de una federación integrada por la Gran Colombia, México, Guatemala, Perú, Chile y Bolivia.

Propuesta de la "reforma social" antiesclavista

Haití, la nación que tanto había ayudado a Bolívar, no fue aceptada por la Gran Colombia, que no quería enemistarse con Francia. El general Francisco de Paula Santander llegó a decir que "siendo una república de color, traería perjuicios a la causa americana ante la opinión de las potencias europeas". El ministro peruano, Hipólito Unanue, alegaba que la presencia de los delegados haitianos "daría margen a que por el contacto de ese pueblo, los esclavos del continente concibieran darse la independencia, lo cual provocaría una revolución de razas desastrosa (¿quién era este forro, una antecesor de Alan García, tal vez?).

Alan García, responsable de la masacre de pueblos originarios en Bagua
Brasil fue invitado y designó delegado al vizconde Salvador do Campo, pero no alcanzó a llegar, lo mismo que el representante argentino: José M. Díaz Vélez. Luego, los bolivianos José María Mendizábal y Mariano Serrano tampoco llegarían, al igual que los chilenos Joaquín Campillo y José Miguel Infante, que de haber podido asistir al Congreso hubieran respaldado -sin lugar a dudas- acuerdos de mayor trascendencia. Paraguay no fue invitado, aduciendo que estaba dirigido por un gobierno dictatorial.

Mural de la Unidad de los movimientos sociales en América Latina

La posición norteamericana comenzó a insinuase unos meses antes , por intermedio de H. Allen, diplomático en Chile, quien en carta del 20 de marzo de 1826 a Washington, manifestaba: "Uniformemente he sostenido que semejante asamblea sería prematura y no produciría ningún bien". Los delegados norteamericanos no alcanzaron a llegar, pero como lo admite Lester Langley "se les había dado instrucciones a asistir a la conferencia no con el objeto de promover a algún tipo de federación panamericana, sino más bien de impedir un ataque contra Cuba y Puerto Rico".

Resistencia de cubanos y puertorriqueños a la nueva dependencia yanqui, ayer española

El delegado observador de Inglaterra tenía instrucciones de Canning para recoger información y "disuadir a los Estados latinoamericanos de la idea de liberar a Cuba y Puerto Rico, tratando al mismo tiempo de que los acuerdos que se lograran en Panamá fueran anodinos".

Sueño de Integración latinoamericana que convocó el Congreso de 1826

El Congreso se inauguro el 22 de junio en el Convento de San Francisco de la ciudad de Panamá con la asistencia de dos delegados de Perú, dos de la Gran Colombia, dos de Centroamérica, dos de México, un observador de Inglaterra y otro de Holanda. El cubano José Agustín Arango ofició de secretario: Los dos puntos claves del temario habían sido adelantados por Bolívar: Reforma Social y Estatuto de Relaciones entre las Naciones mediante el Congreso Plenipotenciario general y permanente.

Portada de un libro que se encuentra en la Biblioteca Nacional de Cuba

También fue discutida la proposición de Bolívar sobre la libertad de los esclavos negros y la necesidad de una expedición conjunta de Colombia y México para liberar a Cuba. Pero no hubo un acuerdo concreto para implementar la idea, sobre todo por la presión de las potencias extranjeras.

Bolívar y Francisco de Paula Santander

La delegación de Bogotá llevaba instrucciones para concretar una Confederación, fijar las fuerzas terrestres y marítimas de esa futura confederación, acordar tratados de comercio y navegación entre los aliados y abolición del tráfico de esclavos, además de la delimitación territorial entre los nuevos Estados, según el "uti possidetis juris" de 1810. Bolívar propuso, además, un plan coordinado contra España: suspensión del comercio, confiscación de los productos de la tierra y la manufactura, secuestro de los bienes españoles en América Latina, reconocimiento de los gobiernos de Santo Domingo y Haití y, sobre todo, rechazo a cualquier intervención en los asuntos de América Latina.

Reconocimiento de Haití y Santo Domingo

El Congreso sesionó del 22 de junio al 15 de julio de 1826. La delegación peruana planteó la alianza defensiva y la negociación de sus límites por separado con Colombia. Los mexicanos objetaron la libertad de comercio entre los futuros miembros de la Confederación. De todos modos, se aprobó un Tratado de Unión, Liga y Confederación entre las repúblicas de Colombia, Centroamérica, México, y Perú. En su preámbulo reforzaba la idea de unidad latinoamericana, "cual conviene a naciones de origen común, que han combatido simultáneamente por asegurarse los bienes de libertad e Independencia".

Bolívar y la Unidad Latinoamerina

El Congreso acordó continuar sus sesiones en Tacubaya (México) un año y medio después, reunión que fracasó por la escasa concurrencia de delegados. Por lo demás, ningún gobierno, excepto Colombia, había aprobado los acuerdos de Panamá.

Lugar donde debía haberse realizado el próx. Congreso anfictiónico, Tacubaya, México

Estados Unidos fue el primero en regocijarse por el fracaso del Congreso de Panamá. William Tudor, cónsul norteamericano en Lima, informaba al Departamento de Estado el 3 de febrero de 1827: "la esperanza de que los proyectos de Bolívar están ahora efectivamente destruidos es una de las más consoladoras". Odiado por los norteamericanos, Bolívar jamás cedió a sus presiones. Fue calificado de loco, usurpador y dictador (¿Chávez habrá "incorporado" la figura patriota de Bolívar en su persona?) por haber agitado las banderas del antiesclavismo, tan peligrosas para los esclavistas norteamericanos del sur. Así se expresaba en 1827, W. Tudor, diplomático estadounidense en Lima: Bolívar ha estimulado el odio a los esclavistas, "leed su incendiaria diatriba contra ella en la introducción a su indescriptible constitución [...] partidos muy puestos en Europa mirarían con regocijo que esta cuestión se pusiera a prueba en nuestro país; y luego, sin aducir motivos ulteriores, júzguese y dígase si el 'loco' de Colombia podría habernos molestado". Mejor epitafio del enemigo secular no pudo haber tenido Bolívar.

Evo Morales, Néstor Kirchner y Hugo Chávez en Cochabamba

Pero por suerte o, mejor dicho, por la lucha de los pueblos, ahora tenemos gobiernos que se parecen cada vez más a los gobernados, al decir de Cristina Kirchner. Sigamos atentos contra el Imperio en el Mercosur, en el Unasur y en cualquier intento financiero como el Banco del Sur. Los poderes mundiales se están segmentando y nosotros vamos en camino inverso: ¡Viva Bolívar, San Martín y el Che...!

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